¿Cuánto Tiempo de Vida Eligió Usted?

¿Cuánto Tiempo de Vida Eligió Usted?

 

 

Es mucho más difícil vivir que morir. El ser humano tiene un sentido de autodestrucción tan acentuado que, tarde o temprano, lo llevará a la sepultura. Pero, generalmente lo lleva mucho antes de lo que debería.

Hoy en día una ciencia nueva, la gerontología investiga acerca de las razones del tiempo de vida de personas muy ancianas en determinadas regiones – en contraste con otras regiones donde se muere muy temprano. Infelizmente se atuvieron a los aspectos físicos de la cuestión.

En el psicoanálisis Freud describió la existencia de un impulso de muerte en la mente de todo neurótico. Probablemente ahí reside el motivo principal de su envejecimiento prematuro.

L.A., nacido en bahía vino a Sao Paulo, a tratar su problema de regurgitación, todo alimento que ingiere, regresa a su boca y el acaba expulsándolo. De setenta kilos bajo a cuarenta y tres. Un hecho interesante es que el medio de contraste que él bebe para tomar sus radiografías, sigue orgánicamente su curso normal. A propósito es el único líquido que toma con facilidad.

Su historia psicopatológica es la siguiente: a los dieciséis años de edad perdió a su padre de quien tenía una gran dependencia. La familia comenzó a tener dificultades económicas y él fue a trabajar en una mina de plomo en otra ciudad, hecho que lo obligo a vivir con una hermana casada.

Después de un año comenzó su proceso patológico.

Su dependencia del padre lo llevaba a buscar un sustituto, que encontró en los médicos que lo cuidaban (Dijo que de ningún modo quería dejar el hospital). Su identificación con su progenitor lo llevaba al proceso de autodestrucción.

Principalmente en los hospitales encontramos muchos individuos con una problemática de autodestrucción notable.

En el servicio de alergia, G.F. dice lo siguiente: “Mi asma mejora solo cuando estoy en una situación difícil. Por ejemplo: cierta noche soñé que iba a morir, y tenía certeza de eso. Había evidentemente un plazo de tres meses. Pues bien, durante ese tiempo estuve perfectamente bien, sin siquiera una crisis de la enfermedad.”

“La tristeza seca los huesos”, escribió Bacon. El individuo optimista vive más tiempo y tiene una mayor resistencia a las enfermedades, porque tiene entusiasmo con las cosas de la existencia dando énfasis al llamado impulso de vida descubierto por Freud.

De este modo, la muerte debe ser encarada como un problema que pertenece más al campo psíquico que al fisiológico.

Sin embargo, la fase de autodestrucción tiene una curva distante del completo exterminio, es decir en la aparición de una molestia de naturaleza grave, el individuo reacciona, tiene sus sentimientos de culpa en parte sanados, y busca volver a la normalidad psico orgánica.

La búsqueda de la muerte que el hombre hace, no es de ella en sí misma, sino de una fuga de la realidad, es decir que él solo quiere salir del estado en que se encuentra. ¿Cuantos individuos que intentaron suicidarse sin éxito, quedaron llenos de pavor por lo que hicieron. Y cuantos no tomaron apenas una actitud teatral?

El neurótico realmente no quiere morir, sino salir del abismo en que cayó, y cada tipo de enfermedad lo lleva a eso. El histérico por ejemplo, quiere llamar la atención. El agresivo, herir a otros a través de la molestia. El masoquista, quiere encontrar placer en disminuir. E así en cada síntoma existe una finalidad diferente.

El fin buscado no es la muerte, sino las consecuencias: castigo y penalización, más a los otros que a sí mismo.

La persona muere conforme vive, pero el neurótico tiene un fin más dramático, porque no es coherente entre lo que desea y lo que hace.

Durante gran parte de su existencia no la aceptó, y ahora que está agonizando, quiere vivir. De este modo, en su intimidad se traba una lucha feroz, que se manifiesta en sus estertores más prolongados.

La muerte del individuo equilibrado es serena y aceptada porque él siempre vivió en pro de un ideal, recibió bien los reveses y se siente realizado. Cuando el cuerpo llego a una fase de completa decadencia, él, que dio énfasis a las producciones del espíritu, espera tranquilamente el último desenlace, sabiendo perfectamente que eso hace parte de su plan vital.

Él fue muy útil, aporto un ladrillo más, para la construcción de ese formidable edificio que es consecuencia de la evolución humana: la civilización, y siente que su trabajo fue bien hecho.

Realmente la muerte no es en si el gran problema, pero si lo que ella representa, es decir los factores relacionados.

A.M. vino al tratamiento analítico debido a sus fobias y su miedo a la muerte.

Después, de la fase inicial, cayó en un periodo de depresión en el cual olvido completamente aquel problema anterior, alegando que el sufrimiento con este último síntoma era mucho mayor, quitándole cualquier preocupación de morir.

El motivo era una fuerte contrariedad afectiva, debido al alejamiento del hombre que amaba profundamente. Se veía que su libido estaba completamente insatisfecha, llevándola a un desinterés general. De esta manera estaba llevando la vida como si estuviera muerta.

La muerte en si significa poco, porque el individuo no tiene consciencia de que le va a suceder. Y la persona vieja está más que preparada, dedo que biológicamente existe el desgaste físico, que inconscientemente es aceptado. Es el mismo caso del individuo que está soñoliento esperando la hora de dormir.

Considerado psicoanalíticamente, no existe la muerte repentina, Sea en la cama de un hospital. O dentro de un automóvil a alta velocidad, existe con anterioridad un tiempo de planeación enorme.

Y no se necesita ser un gran psicoanalista para presentir la autodestrucción del individuo.  A propósito muchas personas cuando se acercan a algunos enfermos sienten algo extraño, como si estuvieran adivinando el fin.

El inconsciente sabe más que nosotros y constituye el mayor campo de estudio sobre la personalidad humana.  Tenemos realmente la obligación, de conocerlo – en la medida de lo posible – como único medio para asumir el control sobre nuestro destino.

El pueblo árabe usa la expresión “está escrito” para explicar que, aquello que sucede está predeterminado. De alguna manera, ese espíritu siempre existió en todos los pueblos, constituyéndose en un intento por aclarar los propios impulsos interiores: si mi inconsciente lo quiere así, nada podrá cambiarlo, a no ser conociéndolo.

Nosotros buscamos la muerte (inconscientemente) debido a la estrechez de nuestros horizontes.

Entramos en tantas dificultades cometemos tantos desatinos que, al final nos refugiamos en ella.

Pero, en caso de que tuviéramos horizontes más amplios e ideales mejor situados, encontraríamos nuevamente interés y amor por las realizaciones y fácilmente llegaríamos a los doscientos años. “La vida presenta mucho interés para quien la busca…”

El miedo a la muerte también puede ser analizado según el apego que el individuo tiene a su cuerpo; si vive en función de los placeres sensoriales (de forma inadecuada), es evidente que verá con desespero la perdida de esas prerrogativas.

Pero, en todos aquellos que ya pasaron por el peligro de perder sus vidas, parece que la impresión fue bien diferente de lo que imaginamos.

Un motorista ingles circulaba a gran velocidad por una carretera cubierta por la niebla, cuando se encontró con la parte trasera de un camión. Se vio como flotando en el aire contemplando su propio cuerpo destrozado. Lo miraba con cierta pena. De repente sintió sangre en los ojos y perdió aquella visión. Despertó después de una semana en una cama de hospital, se había salvado “milagrosamente”.

Los parapsicólogos modernos creen en la posibilidad de que el psiquismo se distancie del cuerpo en semejanza con el fenómeno de la bilocación que sucede en algunas personas privilegiadas.

Para creyentes y ateos la muerte presenta dos formas distintas de dificultad. La de sufrir en el último momento y la de las consecuencias posteriores, en caso de que el psiquismo sobreviva. Entramos aquí en un segundo aspecto de la neurosis, que la terapéutica analítica osó ignorar durante muchos años, y que ahora ocupa una importantísima posición en las escuelas modernas.

Freud y sus seguidores más fanáticos abolieron de ese campo todas las manifestaciones de lo psíquico, en el sentido espiritual. Muchas veces no es tan primordial saber en el neurótico el origen de un trauma psicológico, como tomar consciencia de una nueva realidad – porque el psicoanálisis transgredió el terreno puramente terapéutico pasando al de las realizaciones humanas.

Una persona que haga análisis, hoy en día, puede pretender más su perfección que propiamente sanar un síntoma. De este modo, tenemos que curar al individuo de su pasado, así como darle una visión de vida que pueda llevarlo a aceptar tranquilamente el magno problema de la muerte- y la ciencia analítica ya es capaz de eso.

Norberto R Keppe,
Tomado del libro A Medicina da Alma, capítulo VI, pág. 59.

Artículo publicado en el Periódico STOP edición 83

Artículos  del Periódico STOP 83:

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Post source : A Medicina da Alma

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